La comunidad científica reclama laboratorios con altas medidas de bioseguridad para responder a futuras amenazas infecciosas

La crisis del ébola y los avances en diversas enfermedades infecciosas protagonizaron el decimoquinto seminario de BIOCAPS

La investigación con agentes infecciosos altamente patógenos está limitada a unos pocos laboratorios en el mundo que cuentan con las medidas de bioseguridad precisas (nivel 4), entre los que no se encuentra ninguno español. “Es necesaria una mayor inversión en estas instalaciones para reponder adecuadamente a amenazas que con toda seguridad aparecerán en el futuro”, aseguró Rafael Delgado, microbiólogo del Instituto de Investigación del Hospital Universitario 12 de Octubre, durante su intervención en el seminario científico organizado hoy por el Instituto de Investigación Biomédica (IBI) en el marco del proyecto BIOCAPS.

En el edificio de AFundación en Vigo se dieron cita hoy expertos en diversas enfermedades infecciosas, que abordaron los últimos avances relacionados con la prevención, el desarrollo de vacunas, el diagnóstico y el tratamiento de enfermedades infecciosas con una especial incidencia en la actualidad.

Es el caso del ébola, cuyo virus provocó el último riesgo de pandemia hace unos meses. Sobre el brote que tuvo en vilo al mundo entero, Rafael Delgado afirmó que fue “ciertamente una sorpresa, pero una sorpresa esperable”, en referencia a que los mecanismos de vigilancia epidemiológica son insuficientes en un contexto cada vez más comunicado y la capacidad operativa de los organismos internacionales es muy limitada para dar una respuesta rápida y eficaz a problemas de este tipo.

Delgado atribuyó la crisis del ébola a la tardanza con la que se identificó el virus, partiendo de que el brote se originó en una zona de África Occidental diferente a la afectada por episodios anteriores. En los cuatro meses que se tardó en confirmar la causa, la epidemia había alcanzado ya los centros urbanos de tres países, a los que siguieron otros.

Aunque en España no se han activado fondos específicos, el esfuerzo de varios países muy activos en investigación, como Estados Unidos o Alemania, y la apertura de convocatorias extraordinarias por parte de la Unión Europea han permitido que grupos como el de Delgado acorten el camino hacia tratamientos y vacunas eficaces, hasta ahora inexistentes. “Nuestro grupo estudia la infección del virus en células dendríticas –leucocitos con un importante papel en el sistema inmunitario–, que se piensa que son claves en la producción de la enfermedad. Junto a otros investigadores hemos desarrollado estrategias para impedir que el virus entre en estas células y altere así la capacidad de respuesta inmunitaria del individuo”, expuso.

Otra enfermedad infecciosa que ha permanecido en el foco público en los últimos meses es la hepatitis C, que afecta a entre el 2 y el 4% de los españoles. Zoe Mariño, de la Universidad de Barcelona, afirma que su tratamiento es “coste-eficaz para todos los sistemas sanitarios”, ya que la erradicación del virus frena la progresión de la enfermedad hepática y reduce el riesgo de cirrosis y sus complicaciones, como el cáncer de hígado, así como de la necesidad de trasplante, todos ellos procesos que suponen un elevado coste sanitario.

Hasta hace solo un año el interferón, de administración subcutánea, formaba parte de todas las pautas de tratamiento de la enfermedad, con multitud de efectos secundarios y contraindicaciones en un gran número de pacientes. El desarrollo de nuevos fármacos antivirales orales ha supuesto una revolución en términos de eficacia, seguridad y tolerabilidad por sus mínimos efectos adversos, además de que la duración del tratamiento es mucho menor (de tres a seis meses en lugar de un año).

Actualmente existen ya en el mercado seis fármacos de nueva generación y a finales de este año llegarán más. “Todos ellos han sido aprobados en Europa tras ensayos clínicos en pacientes con hepatitis C, en los que hemos participado activamente. Los ensayos que estamos realizando ahora evalúan nuevas fórmulas o estudian la administración en pacientes con características especialmente complejas, como los pediátricos, los trasplantados y los sometidos a diálisis”, explica Mariño.

Vacuna contra la tuberculosis

El científico de la St George’s University of London Rajko Reljic coordina el proyecto internacional para el diseño de una vacuna eficaz contra la tuberculosis en el que científicos del IBI adscritos a BIOCAPS lideran una parte fundamental: la búsqueda de biomarcadores que se correlacionen con respuestas inmunes protectoras frente al patógeno que causa la enfermedad. “Sus hallazgos nos permitirán encontrar nuevos candidatos para el desarrollo de la vacuna”, afirmó.

Según explicó Reljic, uno de los grandes retos de los científicos en relación a la tuberculosis se relaciona con su complejidad y su antigüedad, ya que se trata de una dolencia que afecta a la humanidad desde sus orígenes. “La bacteria ha tenido tiempo de adaptarse a nuestro sistema inmune y aprender a evitarlo. Uno de los trucos que usa es permanecer latente y la incapacidad para combatirla en ese estado es la principal causa del fallo de la vacuna actual”, expuso. La vacuna en la que trabaja con la colaboración de la Universidade de Vigo busca eliminar la enfermedad de los pulmones en una fase temprana, antes de que la bacteria consiga asentarse.

Las infecciones asociadas a implantes ortopédicos son otra de las preocupaciones de la comunidad médica por el creciente uso de estos dispositivos, ya que se estima que solo en Estados Unidos se implantarán más de tres millones de prótesis de rodilla y cadera en 2050. En este escenario, el porcentaje de pacientes afectados por infecciones, que oscila entre el 1 y el 3% en prótesis articulares, se traducirá en millones de personas en todo el mundo.

Jaime Esteban, del Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz, considera que en el momento actual los biomateriales son esenciales en toda cirugía y que “la industrialización de los procesos, ahora artesanales, reducirá los costes, teniendo en cuenta además el descenso en gasto en tratar las infecciones”. Este microbiólogo sitúa los principales retos científicos en este campo en “conseguir materiales inteligentes que, además de disminuir el riesgo de infección, sean capaces de actuar contra ella en caso de que aparezca, incluso antes de que se presenten síntomas”.

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